El misterio del hombre es hoy objeto de un estudio pormenorizado en la cultura moderna. De allí los variados “apellidos” que recibe la antropología, lo cual no es otra cosa que el fenómeno interdisciplinario al que ella responde. La Teología ha sido llamada a participar también en esta tarea. Su visión tiene una particularidad, examina al hombre desde la fe.
Si la revelación cristiana lleva al conocimiento de Dios más allá de lo que la razón puede alcanzar, algo similar puede afirmarse respecto al hombre. Ya el Concilio Vaticano II afirmaba que, en la Encarnación, Dios se puso al lado de cada hombre y descubrió al propio hombre la grandeza de su dignidad.